Según la creencia popular dominicana, un niño pequeño, que por su belleza despierta admiración, puede recibir un daño causado involuntariamente o por envidia. Se cree que el mal de ojo puede afectar la salud del pequeño e, incluso, causarle la muerte. Como protección preventiva suele colocársele al infante un resguardo en la muñeca o en el cuello, consistente en un azabache o un paquetito con un diente de ajo y otras cosas ensalmado por un curandero.