Músico clásico del perico ripiao, compositor y acordeonista. Francisco Antonio Lora Cabrera nació en Maizal y falleció en Navarrete (ambos en Santiago de los Caballeros). Fue uno de los grandes proveedores de esos ritmos y melodías anónimas que se van guardando como acervo cultural de las naciones. Sin educación formal en teoría musical, alcanzó un alto grado de comprensión del oficio de la creación y fue componiendo piezas en las que aparece lo más íntimo del ser nacional dominicano. Entre sus obras reconocidas se cuentan títulos como San Antonio, Tingo Talango, Los ángeles del cielo, El tiro de gracia, La protesta, Me monté en un carro Ford, El cometa Halley, Desiderio Arias, La viruela, Hatillo Palma, Las mujeres de Juan Gómez y El telefonema. En la campaña electoral de 1930, Trujillo lo utilizó en una gira artística por todo el territorio dominicano, junto a otros maestros del merengue típico como Toño Abreu y Monguita Peralta. Según su hijo Antonio Lora, don Ñico tenía cuatro acordeones, ya que en ocasiones tocaba en cuatro sitios diferentes en un solo día. Casi siempre terminaba rompiendo la silla en la que se sentaba.